Sin duda, una joya que ensambla en la peculiar y asombrosa arquitectura de Guanajuato capital, es el Teatro Juárez, considerado el máximo recinto para las artes. Y justamente fue pensado así, siendo el testimonio del último esplendor de la Época Porfiriana.
Vamos por lo primero: Este proyecto estuvo a cargo de dos arquitectos: Antonio Rivas Mercado y Alberto Malo. Su construcción inició el 5 de mayo 1873. Sin embargo, su edificación se interrumpió 17 años. Se concluyó el 1º de abril de 1897, siendo inaugurado el 27 de octubre de 1903 por el presidente Porfirio Díaz.
Su pórtico es de estilo neoclásico y el decorado de la sala es árabe o morisca, empleándose en profusión la escritura gótica y la cursiva combinada con motivos vegetales y geométricos, haciendo del conjunto, el decorado más fastuoso que ostente teatro alguno en México. El ya citado pórtico nos hace recuerda a la fachada de la Bolsa de Bruselas.
Los complementos ornamentales y detalles estéticos del interior son obra de Jesús Herrera y del pintor catalán Francisco Javier Amérigo.
Cuenta con doce columnas que están hechas de cantera verde, con fustes que terminan con capiteles de bronce, ubicados en el pórtico y en la recepción.
Las guardias de Guanajuato
La parte superior de esta emblema de la arquitectura se corona por ocho musas, esculturas vaciadas en bronce con una altura de 3.5 metros. (Y aquí viene el dato curioso y del que quizá pocos saben)… La integración de estas piezas representan las Musas Olímpicas, hijas de Zeus. Nueve mujeres dedicadas a proteger las artes y las ciencias. De manera intrigante, se sabe y a simple vista se aprecia que son ocho; seis al frente y dos que flanquean cada esquina. Pero, si se observa bien, en una musa de las esquinas, que es Urania, está la novena musa…
Pero antes de entrar a detalle en esto, les presentamos cada una de las musas que protegen desde lo alto a las bellas artes:
Tersícore, musa del baile. Representa la danza. En una sus manos sostiene unas castañuelas.
Clío, musa de la historia. Lleva consigo con un escrito y una pluma.
Thalía, musa de la comedia. Sujeta en una mano la máscara de la comedia en las artes dramáticas.
Calíope, musa de la poesía. Sujeta una antorcha, un libro abierto y está coronada de estrellas.
Polimnia, musa del canto. Por lo general representada sólo colocando un dedo sobre los labios, sin embargo en esta escultura es acompañada por una paleta y 2 pinceles.
Melpómene, musa de la tragedia. Trae consigo precisamente la mascara de la tragedia y un puñal.
Euterpe, musa de la música. Es por eso que en su mano porta dos flautas.
Urania, musa de la astronomía. Lleva en su mano el globo celeste, y sobre esta una figurilla femenina que puede ser la diosa Erato, que es precisamente la novena musa.
La magia está en los detalles…
Hay muchas historias alrededor de la composición de las musas. En primera instancia trasciende que cada una de las esculturas fueron traídas desde Ohio (EUA), y una de las musas (Erato) se retrasó. Fue tanta la demora que decidieron montar solamente ocho musas de las nueve, y posteriormente añadir la novena de esta forma.
Aunque esta información puede ser imprecisa, ya que, viendo el Teatro Juárez de frente, se aprecia una simetría asombrosa: seis pilares encumbrados con su respectiva musa, cerrando con los laterales.
Estas mujeres, las nueve hijas de Zeus con la responsabilidad de proteger las artes. Pero, ¿solamente ellas tienen esta responsabilidad?