La ciudad de Guanajuato destaca por sus pequeños y grandes detalles. Algunos de ellos son composiciones artísticas creadas por sus propios habitantes y, como algunos lo confirman, están por todas partes. Anónimos y reconocidos, por gusto o por necesidad… pero siempre están ahí.
Esta vez nos encontramos, y eso que siempre pasamos por ahí, con una pintura que plasma la máxima referencia visual de la ciudad: la Plaza de la Paz.
Lo curioso es que esta obra se sitúa en un puesto de elotes, el de doña Loreto. Ella representa la cuarta generación de su familia dedicada a la venta de elotes. Con orgullo, documenta que tienen más de 110 años en este lugar, siendo su apellido testigo de hechos que cambiaron el rumbo de Guanajuato. Y con ellos, vendiendo aromas, olores y demás sensaciones.
Hace un año tuvieron la idea de darle un carácter único a su carrito, un algo que verdaderamente lo diferenciara. ¡Y lo hicieron!
Pepe Pinceles, el autor de la obra, comenta que terminó de pintar el puesto en dos días, añadiendo detalles esenciales. A continuación, la descripción.
Justo bajando del callejón de El Estudiante, se coloca el vendedor de frituras, y en la pintura se le rinde homenaje. Asimismo, al Monumento a la Paz, del escultor Jesús F. Contreras, una obra escultórica de la época profiriana. Por supuesto, la Basílica, con ese distinguido amarillo colonial y las franjas rojas.
Después destaca el vasallaje hacia doña Loreto, manifestado en icónicas letras color rojo y amarillo. Y el detalle más bizarro, sin duda, es la colocación del mismo puesto de elotes, y en él, la misma pintura…