Don Shinda, el guanajuatense que hizo felices a grandes y chicos con sus juguetes🎡🎠🪀

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En febrero se cumplieron cuatro años del fallecimiento de Gumersindo España Olivares, mejor conocido como Don Sshinda, uno de los más grandes artistas populares de Guanajuato, creador de juguetes tradicionales cuyo colorido y movimiento fueron altamente apreciados por coleccionistas de México y otras partes del mundo.

Gumersindo España Olivares (1935-2018), oriundo de Santa Cruz de Juventino Rosas, nació con magia en sus manos y con una incansable imaginación que le permite crear maravillosos juguetes de madera.

Cada pieza suya estuvo destinada a darles sonrisas y alegría a los niños, y a los adultos les permite admirar un ingenio incomparable. Este artista del juguete tradicional se crió en una familia con conocimientos de medicina tradicional; su padre, Gabriel España Chavero, fue comerciante, productor de cedazos y de juguetes de barro. En el taller de su infancia, Gumersindo aprendió jugando con los restos de madera de los coladores, a los ocho años ya se había convertido en artista del juguete, vendiendo vías de tren en 5 centavos en Morelia, hacia 1943.

Don Sshinda, juguetero tradicional de tercera generación, fue exponente de varias variedades de juguete casi extintas, como los que tienen péndulo de barro, al estilo de esos pajaritos que aparentan comer maíz y cuyo origen es centenario. Antes de morir, transmitió sus conocimientos a sus hijos y nietos, en un taller que además de espacio creativo, fue historia cultural viviente.

Platicaba Don Sshinda que cada juguete suyo surgía de una imaginación activada durante momentos de relajación o sueño. Al lado de su cama tenía una libreta donde bocetaba los diseños que germinaban en su mente mientras dormía.

En 1945 llegó a sus manos el primer diploma por su aportación cultural; de allí en adelante recibió innumerables constancias, invitaciones a exposiciones y reconocimientos por sus artesanías en la juguetería. Pero sus conocimientos no sólo culminaron con su profesión, fue conocedor de sus raíces mestizas, sabía de herbolaria y fue un incasable investigador empírico, además de panadero. Un hombre que se reflejó en la infinidad de sus juguetes.

Hombre con carisma y con la capacidad de transmitir lo aprendido y experimentado a lo largo de sus años en este quehacer cultural, fue  invitado por diversas instituciones educativas y gubernamentales en Veracruz (con los totonacas), Morelia, Paracho, Quiroga, Colima, Aguascalientes, Querétaro, la Ciudad de México, y diversas partes de Guanajuato.

Cualidades como ser humano y como artesano le han dado a don Sshinda la posibilidad de colocarse entre los mejores –si no es que el mejor– jugueteros del estado y a nivel nacional.

En 2016, la Universidad de Guanajuato editó un vasto libro con su obra, con texto del investigador Gabriel Medrano de Luna, quien ahí escribió: “Sshinda asegura que los juguetes cobran vida ya que al elaborarlos lo hacen reír, él mismo se ríe de los juguetes que hace no porque salgan chistosos, sino porque efectivamente cumplen la función de hacer reír. Tal vez podamos tildar de excéntrico a Sshinda, pero es de los pocos artesanos que manifiestan que cuando está enojado prefiere no hacer juguetes, deja un momento para tranquilizarse y posteriormente elabora sus juguetes; también dice que cada uno de sus juguetes es portador de su espíritu”.

La muerte sorprendió a Don Sshinda en febrero de 2018, justo en la víspera de la inauguración de la amplia exposición que le dedicó el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, merecido homenaje a quien como pocos supo darle movimiento a la imaginación.

26 de abril de 2024