En un esfuerzo por abastecer de agua a la región, en el año 1741 se tomó la decisión de construir una presa en Guanajuato. Así nació la emblemática Presa de la Olla, también conocida como «La Olla Grande». Esta construcción no solo ha cumplido su función vital de proveer agua, sino que también se ha convertido en un símbolo de tradición y celebración para los habitantes del estado.
La Presa de la Olla, cuyo nombre proviene del rancho donde se erigió, fue finalizada en 1749. Desde entonces, se ha convertido en una tradición anual la apertura de la presa, un evento que atrae a la comunidad local y se ha convertido en una festividad estatal. Esta ceremonia tiene como objetivo limpiar las aguas y permitir el almacenamiento del agua de lluvia. Año tras año, los pobladores se congregan para presenciar este espectáculo y participar en las festividades que lo rodean.
La apertura de la Presa de la Olla se ha convertido en una festividad llena de vida, donde se suman juegos mecánicos, fuegos pirotécnicos, puestos de comida y una animada verbena popular. Esta tradición ha sido enriquecida con la inclusión de las festividades de San Juan y el Día de la Cueva, convirtiéndose así en un conjunto de eventos considerados como Patrimonio Cultural Intangible de Guanajuato.
Además de su valor histórico y festivo, cerca de la Presa de la Olla se encuentra un faro que ha despertado la curiosidad y los mitos entre los visitantes. Se han tejido diversas historias sobre su propósito y origen. Algunos afirman que fue construido para guiar a las aeronaves que sobrevolaban la zona debido a las altas formaciones serranas. Otra versión sostiene que fue erigido para orientar a los arrieros que transitaban por la sierra. Sin embargo, la leyenda más popular cuenta la historia de un marinero guanajuatense que construyó el faro en la cima de un cerro cercano. Desde allí, este hombre observaba las colinas al caer la tarde como si fueran olas del mar.
La Presa de la Olla no solo es un lugar con una rica historia y tradición, sino que también se ha convertido en un destino turístico popular. Los visitantes pueden disfrutar de paseos en lancha por sus aguas tranquilas y cristalinas, deleitarse con la gastronomía típica en los restaurantes que rodean la presa y maravillarse con la diversidad de flora y fauna que habita la zona. Sin duda, uno de los momentos más memorables es contemplar el atardecer, acompañado por la majestuosa danza de miles de pájaros que llegan para buscar refugio en la oscuridad.