Guanajuato es un pozo de sorpresas, qué duda cabe. La peculiaridad de sus fachadas, su centro histórico enmarcado por templos de dos cúpulas (y a veces con una). Plazas arboladas entrelazadas por amplios y angostos callejones. Museos, mercados, cafés y restaurantes… podríamos concluir afirmando que esta ciudad es una mina de asombrosos detalles bastante curiosos, siendo éstos, los que siempre dotan de identidad a nuestra ciudad.
Allá entre 1880 y 1881, se instaló en esta ciudad un transporte que circulaba por tracción animal: el tranvía que era tirado (y así fue en al menos ochenta años) por bestias de carga (mulas). Esto le otorgaba un aspecto auténtico y muy característico a las ciudades de provincia… Sin embargo en Guanajuato, la contemplación era aún más especial.
La concesión para la construcción del tranvía urbano en la ciudad de Guanajuato se otorgó el 6 de octubre de 1880 al Sr. Wenceslao Rubio, y la ruta estaba visualizada de Mineral de Marfil (estación de Ferrocarril Central) a la presa de la Olla.
Entre caminos fijamente empedrados se ensamblaron las vías que conducían estas cabinas de un extremo a otro, pasando por las principales calles de la ciudad. De acuerdo con una investigación realizada por el periodista Velio Ortega –quien entrevistó al entonces cronista de la ciudad, Isauro Rionda Arreguín— el 21 de noviembre de 1882 se inauguró el tendido de ferrocarril que llegaba hasta Marfil.
Para evitar accidentes, la empresa usaba animales mansos y adiestrados. Los conductores, antes de entrar a cualquier calle, anunciaba con un silbato el paso del tren. Por las noches, las luces encendían.
Con esa obra se consolidó el sistema de rutas de tranvía por la ciudad: de la Presa de la Olla al Jardín Cantador, que fue la primera ruta de la ciudad desde el siglo XIX. Después se hicieron ramales (caminos) a Pastita, Cata, Barrio de Tepetapa y Marfil.
De esta forma, en 1908 se extendió hasta Tepetapa, donde ahora se encuentra lo que fue la estación ferroviaria de la ciudad. El transcurso quedaba de la siguiente forma: partiendo de la estación del ferrocarril (Tepetapa) el tranvía se dirigía por Avenida Juárez, Jardín de la Unión, Sopeña, Plaza de San Frncisco, Campanero, Sangre de Cristo, Jardín Madero y Paseo de la Presa.
Efectivamente el trayecto era muy extenso para que las mismas mulas lo efectuaran desde el inicio de la ruta, por esa razón en un punto intermedio eran cambiadas por otras.
Hasta casi después 100 años, el cambio fue sustancial: llegaron los motores. Y poco a poco, después de atravesar por muchos problemas de movilidad, el transporte de tranvías fue desplazado hasta desaparecer…
Algunos dicen que las vías de este transporte fueron utilizadas como barandales en algunas calles de la ciudad, como en la calle Aguilar y Maya, por el parque de beisbol. En fin… muchas versiones alrededor de este suceso. Lo que sí es una realidad, es que sin duda, debió haber sido todo un placer viajar en estas cabinas, observando nuestra hermosa ciudad…